lunes, 18 de febrero de 2013

Estaba en buena compañía

Hace unos días escribí un artículo que denomine: “Hay que tener coherencia en la vida”. Allí decía que había decidido no publicar en el diario La Nación y que si uno era ideológicamente coherente, esa era la conducta a seguir.

Algunas personas emitieron algunas críticas a esta postura. Comentaron que la había sacado del estadio, que era una especie de intolerante mediático y que el escribir en ese diario no implicaba una incoherencia ideológica. Soy de los que considero las críticas como algo fundamental para repensar y revisar los puntos de vista que uno tiene.

Todos los comentarios que se emitieron, salvo un par, me hicieron creer que estaba solo en esa forma de pensar. No obstante, seguía considerando que publicar en La Nación es hacerle el juego a la derecha costarricense, es decir, significa ser cómplice de un medio de comunicación que le ha hecho mucho daño a los sectores sociales más vulnerables de Costa Rica.

Jamás manifesté que no había que leer los diarios cuya línea editorial están en contra de lo que uno piensa. Sin embargo, eso es diferente a publicar en un diario abiertamente contrario a las ideas que uno profesa; en otras palabras, en el primer caso uno desarrolla un ejercicio de tolerancia ideológica necesaria en cualquier sociedad civilizada; en cambio, en el segundo caso, uno cae en una falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Dichosamente en esta última semana me he enterado que no estaba solo en esta forma de pensar. Para mi sorpresa, el distinguido escritor Fernando Contreras y el músico Alejandro Cardona, han manifestado un pensamiento similar al planteado por el que escribe estas líneas.

Don Fernando Contreras rechazó el premio Ancora por las divergencias ideológicas que tiene con el diario La Nación y en ese mismo sentido, Alejandro Cardona también rechazó el premio Viva que también es otorgado por ese mismo medio de comunicación escrito. Estos distinguidos exponentes de nuestra cultura, ha dado un ejemplo de coherencia ideológica en no aceptar los premios de un diario que no está acorde con sus ideas.

La negación de escribir en este periódico de derecha se queda corta ante estas dos acciones de Fernando y Alejandro. El rechazo de someter cualquier escrito a la censura previa de un tal Julio Rodríguez es “pecata minuta”, a la par de estos actos de coherencia de estos dos distinguidos intelectuales costarricenses.

No tengo el placer de conocer ni a Fernando y Alejandro, pero después de lo que ellos han hecho me he sentido en muy buena compañía. En buena hora por ellos, porque el mejor reconocimiento que uno puede construir es el de una vida coherente entre las palabras y los hechos.
Artículo publicado en el diario digital El País.cr, 18 de febrero de 2013. (8)