martes, 25 de diciembre de 2012

Las corridas de toros deberían desaparecer

Durante miles de años hemos estado agrediendo a los otros seres con los que compartimos este mundo. Los seres humanos nos hemos convertido en los mayores depredadores no solo de nuestro entorno, sino de nuestra propia especie. Somos tan soberbios que pretendemos estar por encima del resto de los animales y de la naturaleza que puebla la tierra.
La convivencia de nosotros con los animales ha sido nefasta para ellos. A lo largo de la historia el ser humano ha perturbado el hábitat del resto de los animales, los ha esclavizado y dominado para satisfacer sus propios intereses. No contento con esto, ha sometido también a sus semejantes y sigue privando de su libertad a hombres, mujeres y niños.
Los animales son los que han llevado la peor parte en este deseo irracional del ser humano. Históricamente se ha legitimado la utilización de animales para la alimentación y para el trabajo, es decir, el criterio ha estado basado en un beneficio para la sobrevivencia y el menor esfuerzo físico de las personas. La sumisión de los animales ha tenido como justificación una utilidad práctica .
No obstante, los animales también han sido usados para la diversión de los seres humanos. Esta utilización no es justificable desde ningún punto de vista, se trata de una agresión basada no en una necesidad, sino en el envanecimiento y en la satisfacción de los instintos más bajos de nuestro género.
Los animales han sido maltratados desde tiempos lejanos. Se les ha alejado de su hábitat natural con el propósito que los seres humanos los contemplen en jaulas o que los vean morir en las actividades de ocio inventadas para su diversión. Quizás el ejemplo histórico más representativo es lo que sucedía durante la época del Imperio Romano en el Coliseo.
Los zoológicos y las actividades de ocio son una evidencia de la irracionalidad de los seres humanos. Por mejor cuidados que estén los animales en los diferentes zoológicos del mundo, estamos en presencia de un cautiverio que se contrapone a la magia de ver a los animales libres en su hábitat natural. Injustificable e irracional es también, el uso de animales para satisfacer el deseo de distracción de las personas a través de una especie de necrofilia.
Resulta esperpéntico observar como en otros países se infringe castigo y muerte a propósito de las corridas de toros. En España, por ejemplo, ha habido un gran debate entre los que defienden la “fiesta brava” y aquellos que consideran que se trata de una actividad grotesca y que va contra la razón de cualquier persona racional. Hay gente que se ha atrevido a considerar tal barbarie como una actividad de interés cultural y que constituye parte de la identidad nacional de aquel país.
En Costa Rica, dichosamente, hace tiempo se prohibió la matanza de toros inocentes en las corridas de toros. No obstante, hay que preguntarse: ¿Qué necesidad tiene el ser humano de distraerse a costa de un toro que podría estar tranquilo en su hábitat natural? ¿Qué placer encontramos en ver a otros seres humanos molestando a un toro para ser correteados o corneados? ¿Qué gracia tiene que una persona le jale el rabo al toro, se monte sobre su lomo o que lo soguee para volverlo a su cautiverio? ¿Acaso no hay otras formas de diversión en que no es necesario molestar o perjudicar a los animales?
Los espectáculos taurinos y otros en que los animales son utilizados para la diversión irracional de los seres humanos deben desaparecer. Si alguien le interesa conocer cómo es y actúa un animal, que vaya a su hábitat natural y lo contemple en total libertad. En lugar de que los animales vayan donde está el ser humano, nosotros debemos de ir donde están ellos.
El desarrollo tecnológico de la humanidad no permite justificar, en la actualidad, el uso y maltrato de los animales. Si en el pasado se requería un caballo para trasladar carga a otro lugar, ahora tenemos los diferentes vehículos desarrollados por el ingenio humano. El argumento a la tradición no es de recibo para tratar de justificar las vejaciones que le infringimos a los otros seres con los que compartimos nuestra existencia, debemos tratar de evolucionar y no seguir anclados en un pasado que en nada enorgullece a la humanidad.
Muchos no estarán de acuerdo con este artículo. Buscarán razones para justificar el por qué los toros de fin de año y otros de similar calaña deben permanecer, sin embargo, si uno lo piensa bien, se dará cuenta que no hay justificación para divertirse de esta forma. Ahhh ! Supongo que no hace falta decir que detrás de todo esto hay un gran negocio para unos pocos.
Artículo publicado en el diario digital El País.cr, 25 de diciembre de 2012. (20)

sábado, 15 de diciembre de 2012

Indulgencias navideñas

Todos los años es lo mismo. Cuando se aproxima la navidad, comienzan a darse una serie de iniciativas que tienen como justificación ayudar a los pobres. Se recogen juguetes para los niños o dinero para solventar las necesidades de alguna gente que tiene la suerte de ser considerada por sus benefactores.

En realidad estos actos son una forma en que los seres humanos pretendemos paliar los remordimientos o los reclamos de nuestra conciencia. Ante el esperpéntico espectáculo de la pobreza de muchos de nuestros semejantes, buscamos expiar nuestras culpas por medio de una caridad calculada y totalmente hipócrita.

De todas las iniciativas, la que denominan “Un sueño de navidad” es la más deprimente. La televisora que promueve esta actividad, en primera instancia, se presenta como una especie de organización benéfica; sin embargo, lo que hace es ganar dinero con base en la exhibición de la miseria de una serie de personas.

Las historias de estos seres humanos cubren importantes segmentos de tiempo en el noticiario de la televisora. El objetivo de esa práctica es sensibilizar al televidente o mejor dicho que le remuerda la conciencia, para que decida colaborar con su dinero en esa iniciativa de caridad. En términos reales lo que hacen es canalizar un dinero privado para realizar una obra de caridad anual, la cual le reporta grandes ganancias en términos de imagen corporativa y en la preferencia del público.

Las empresas privadas son los otros actores que intervienen en todo este sueño navideño. La publicidad que, usualmente tiene un costo alto para las empresas, es permutado por un pago en especie. En lugar del pago en dinero en efectivo, las empresas patrocinadoras “donan” enseres y otros objetos que las personas necesitadas han requerido durante los reportajes. Las empresas privadas patrocinadoras ven realzada su imagen con este accionar o como dicen ahora: cumplen con su política de responsabilidad social corporativa.

Como se observa, se trata de una puesta en escena que no tiene desperdicio. Todos los involucrados en este “sueño de navidad” ganan algo, salvo los desafortunados pobres que no tuvieron la suerte de ser elegidos para ser parte de esta gran obra de caridad. Dicho en otras palabras, el resto de pobres que hay en Costa Rica tendrán que esperar un año más para ver si tienen la fortuna de ser escogidos y así cumplir su sueño navideño.

Tengo claro que los párrafos anteriores pueden ser objeto de múltiples críticas. La más obvia está relacionada con aquella frase que dice: mejor eso que nada. El meollo del asunto no es tanto develar la trama mercantilista que hay detrás de este tipo de puestas en escena o evitar que se sigan dando; no, la idea es indicar que este tipo de actos de caridad no resuelven el problema, porque lo que se requiere es una política de Estado para promover que los pobres salgan de la situación de miseria en la que se encuentran.

Otra crítica derivada del planteamiento anterior es que si el Estado no puede solventar dichas necesidades: ¡Que hay de malo que la empresa privada lo haga! El problema es que la empresa privada con este tipo de actos de caridad anual, no resuelve una situación que es de carácter estructural; es decir, los actos de caridad y las políticas asistenciales de la ideología neoliberal han demostrado que no sacan a la gente de la pobreza.

En lugar de engañarnos con esta especie de indulgencias navideñas, deberíamos promover una política de Estado que resuelva el problema de la pobreza. La mayoría de las personas no nos gusta que nos regalen las cosas, al contrario, nos gusta trabajar por ganarlas; es decir, el ser humano necesita que lo enseñen a pescar, no que le den el pescado.

En esto no hay que descubrir el agua tibia, porque como dicen: ya todo está inventado. Es necesario una política integral que permita a los miembros jóvenes de las familias pobres acceder a la educación, la salud y a trabajos con salarios que permitan el sustento mínimo para que se pueda dar un salto cualitativo entre una generación y otra.

La caridad es una de las virtudes teologales junto con la fe y la esperanza. Sirve para que los seres humanos nos sintamos bien y olvidemos la indiferencia que solemos tener en relación con la inequidad existente en el mundo. No se trata aquí de plantear que la caridad debe desaparecer, sobre todo, aquella que esconde otros objetivos distintos a los de la solidaridad; se trata de entender que debemos diseñar políticas permanentes para sacar a la gente de la pobreza y no conformarnos con dar una limosna en navidad.

¡Y el resto del año! ¿Qué? Si te vi, no me acuerdo.

Artículo publicado en el diario El País.cr, 15 de diciembre de 2012. (1)
http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/76120

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡Usted es pobre por su propia negligencia!

La ideología oficial costarricense, por mucho tiempo, pregono que la sociedad costarricense era igualitica. Este mito sirvió para ocultar las diferencias entre los que tenían y los que no. Se decía que desde la época de la colonia había existido una sociedad homogénea en que las diferencias sociales, prácticamente, no existían o habían sido mínimas.

La idea de una sociedad costarricense igualitaria se desarrolló con fuerza en la segunda mitad del siglo XX. Como base en el “Estudio sobre economía costarricense” de Rodrigo Facio, el discurso oficial posicionó esta idea en el imaginario colectivo. Los indicadores económicos de la época parecían legitimar esta idea y las políticas sociales desarrolladas, apoyaban la creencia de que aquello podía ser una realidad.

Durante treinta años la desigualdad en la sociedad costarricense disminuyó. El Estado de Bienestar que se comenzó a desarrollar a partir de 1950, trajo consigo indicadores económicos y sociales que, sobre todo, generó una gran clase media urbana y rural. La mayoría de la población iba a la medicina y educación pública, la política de salarios crecientes permitió una mayor distribución del ingreso y por tanto, una mayor igualdad entre los costarricenses.

La edad dorada del Estado de Bienestar costarricense duró hasta inicios de los años ochenta. Por supuesto que no se trata aquí de echarle la culpa a Daniel Oduber o a Rodrigo Carazo, del cambio operado en la sociedad costarricense. El punto es que aquella coyuntura determinó un cambio en el estilo de desarrollo que había permitido a los costarricenses creer en el mito de una sociedad de igualiticos.

La década de los ochentas es el inicio de una transformación que va traer como resultado la desigualdad creciente que hoy vivimos. A partir de 1986, con el gobierno de Óscar Arias Sánchez, se da un viraje en el modelo de desarrollo privilegiando lo privado sobre lo público. Los planes de ajuste estructural junto con otras medidas económicas, especialmente de carácter tributario, otorgaron incentivos a los que más tienen y cargó de impuestos indirectos a los que menos tienen. Se creó una estructura tributaria regresiva cuyo costo se hizo recaer sobre los hombros de los trabajadores.

La ideología oficial comenzó a desprestigiar lo público en favor de lo privado. La educación pública dejó de ser financiada adecuadamente y a los profesores se les retiró el estatus que siempre tuvieron dentro de la sociedad costarricense. En la salud pública se comenzó un proceso similar, sin embargo, aquí se contó con la complicidad de algunos médicos que promovieron la consulta externa privada a partir de una mala atención en la consulta externa pública.

Este proceso que ya lleva más de veinticinco años, es el que ha dado como resultado la desigualdad creciente que estamos viviendo. El discurso ideológico de la sociedad igual, ante esta realidad pura y dura, ha quedado totalmente desvirtuado y desfasado en el tiempo. Ese discurso mítico que se promovió a partir de la segunda mitad del siglo XX, en la actualidad, sería ridículo promoverlo y defenderlo. La evidencia empírica es tan contundente que no admite refutación.

Ante esta realidad el discurso ideológico oficial ha optado por justificar la desigualdad imputando la condición de pobreza a las personas. La pobreza es una situación de responsabilidad personal, es decir, se es pobre por la negligencia de cada uno de los individuos. La diferencia entre ricos y pobres no radica en que un niño pertenezca a una familia que pertenece al 20% más rico y otro al 20% más pobre; sino que esa diferencia depende del esfuerzo que haga cada niño a lo largo de su vida y la responsabilidad que asuma en relación con su propio destino.

Este discurso ideológico no puede ser más falaz, sin embargo, pareciera que ha sido interiorizado por la mayoría de la población. El que el niño pobre viva en un precario, se nutra mal, esté expuesto a enfermedades, tenga un acceso limitado a la salud pública y vaya a una escuela cuya planta física está deteriorada, no implica ninguna diferencia para esta ideología. Lo importante es que ese niño sea responsable con su devenir y que se esfuerce por ser alguien en la vida, si no lo consigue será, única y exclusivamente, por su negligencia.

Como se observa, el discurso ideológico fue cambiado por otro mito que es la idea de que el costarricense vive en una sociedad de oportunidades. El derecho a una mayor igualdad material fue transmutado por una expectativa de derecho, es decir, por una igualdad potencial. El cuento de la Suiza de Centroamérica ha quedado atrás, no porque Costa Rica haya dejado de ser una tierra bella sino porque los datos empíricos han pulverizado el mito de la igualdad económica entre los ticos.

Ahhh!, pero la ideología sigue cumpliendo su función. No olviden que entre tanta desventura, de cuando en cuando, nos dicen que somos el país más feliz del mundo.
Artículo publicado en el diario El País.cr, 05/Diciembre/2012. (19)

lunes, 26 de noviembre de 2012

El Gobierno lo ejerce el pueblo junto con los supremos poderes

El artículo segundo de nuestra Constitución Política dice lo siguiente: “La soberanía reside exclusivamente en la nación”. Dicho en otras palabras y para que nos entendamos todos, la soberanía es la potestad que tenemos cada uno de los costarricenses, individual y colectivamente, de decidir sobre nuestro propio destino y en relación con los asuntos que competen a la sociedad en su conjunto.

En ejercicio de esa soberanía, en 1949, se acordó establecer un régimen político de tipo republicano. No acordaron los constituyentes, ni los ciudadanos que aprobaron la Constitución Política que éstos elaboraron, que el Estado costarricense se rigiera por una Aristocracia o por una Plutocracia; esto con el pesar de algunos políticos modernos que, probablemente, desearían que alguno de estos tipos de régimen político fueran los existentes en Costa Rica.

La República moderna tiene como base al régimen político que surgió después de la Revolución Francesa. Una de las ideas fundamentales que inspiró ese hito histórico fue la necesidad de distribuir el poder, tesis como las de John Locke y el Barón de Monstesquieu ayudaron a dar sustento ideológico a este tipo de organización política. La idea que ha prevalecido y que ha caracterizado al régimen republicano es: la no concentración del poder en ninguna instancia o persona.

La premisa de que la soberanía reside en cada costarricense y que en ejercicio de ésta, se decantó por un régimen político republicano, se refleja claramente en lo consignado en el artículo noveno de la carta magna que dice: “El Gobierno de la República es popular, representativo, participativo, alternativo y responsable. Lo ejercen el pueblo y tres Poderes distintos e independientes entre sí: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial”

Cada palabra de este texto constitucional tiene un significado en sí mismo. Primero nos indica que la República va tener un Gobierno, que no es lo mismo que decir tendrá una administración. El Gobierno es aquella instancia que toma las decisiones que a la administración le tocará llevar a la práctica. No es lo mismo, Gobierno que Administración.

Ahora bien, las personas que pasajeramente ejercen el Gobierno tienen que tener muy en cuenta las atribuciones que la Constitución Política les asigna. Al decir que es popular lo que significa es que, recordando a Lincoln, el Gobierno es del pueblo, para el pueblo y por el pueblo; desgraciadamente, muchos suelen olvidar este imperativo cuando se encuentran en los puestos de toma de decisión.

Por otra parte, cuando el artículo constitucional afirma que el Gobierno es representativo, no significa esto que el pueblo renuncia a su soberanía en función de su representante. La representación es una figura que se ideó cuando las comunicaciones eran precarias y había que elegir a una o varias personas para que representaran a los miembros de una población en los órganos de decisión colectiva; en la actualidad la situación que originó ese instituto político tiene menos sentido, especialmente, porque la incomunicación formal ya no es un obstáculo para saber qué temas se están debatiendo en los órganos de toma de decisión. En todo caso, los representantes ante los órganos de Gobierno deben tener presente, que su designación no es un cheque en blanco para hacer lo que les dé la gana.

La indicación de que el Gobierno es participativo evidencia que no puede, ni debe, dejar de tomar en cuenta a la ciudadanía. Cuando el pueblo se manifiesta está ejerciendo y reivindicando su participación en el Gobierno; sin embargo, hay personas que al parecer no saben, no se acuerdan, no entienden o simplemente quieren desconocer, el significado de estos conceptos fundamentales. La participación del pueblo no se reduce a votar cada cuatro años o a votar cada vez que se convoca a un referéndum, de ahí que sea necesario manifestarse para exigir esa participación ante aquellos que desconocer lo que indica el artículo noveno de la Constitución Política.

La alternancia del Gobierno muestra el deseo del constituyente y de la ciudadanía que votó el texto constitucional, de evitar la perpetuación de las personas en los diferentes puestos gubernativos. No me es ajeno que este es un punto caliente dependiendo del puesto que se esté considerando y de la coyuntura en que se plantee la alternancia; sin embargo, reitero lo que he dicho en otros artículos: la regla debería ser la posibilidad de reelección inmediata por un período igual al establecido para el puesto correspondiente y después, en caso que haya sido reelecto y una vez cumplido el segundo periodo, se le agradece a la persona su trabajo y la persona tiene toda la libertad y el derecho de dedicarse a lo que quiera.

Finalmente se consigna el artículo noveno que el Gobierno es responsable. La responsabilidad es para con el pueblo que exige decisiones que vayan en favor del bienestar colectivo; es decir, los que están en la toma de decisiones no deben perder de vista que su responsabilidad es para con todos los ciudadanos y no para con unos cuantos. El pueblo debe exigir en todo momento esa responsabilidad y no permitir que ninguna mala decisión pase desapercibida o que se olvide bajo el manto de la impunidad.

Pero como si fuera poco y, ¡para que no le falte!, la Constitución Política reafirma que el Gobierno lo ejerce el pueblo y el poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial. En otras palabras, les recuerda a las personas que están en esos puestos de decisión, que el ejercicio de sus cargos lo deben hacer tomando en consideración al pueblo.

De ahí que los ciudadanos tenemos el derecho y la obligación, cuando los miembros de los supremos poderes desconocen este mandato constitucional, de recordarles quiénes tenemos la soberanía en la República y que el pueblo no es un convidado de piedra a la hora de ejercer el Gobierno.

La manifestación pacífica es una de las tantas formas en que el pueblo reivindica esos postulados. Sin embargo, la historia nos enseña infinidad de ejemplos en que los pueblos se han revelado cuando los gobernantes no escuchan a su pueblo y pierden el respeto por aquellos que tienen la soberanía dentro de la República.

A los miembros de los supremos poderes, sin excepción, con todo respeto les digo: Tengan presente estos dos artículos de la Constitución Política y no pierdan la perspectiva. Los pueblos son pacientes pero un día, nunca se sabe cómo y por qué, pierden la paciencia; es decir, un día cualquiera se desatan acontecimientos, se desbordan las pasiones, se canalizan las frustraciones y el ser humano da rienda suelta a sus instintos más básicos.

O para decirlo a lo tico: No le jalen mucho el rabo a la ternera porque nadie sabe cómo puede reaccionar y qué daños puede provocar.
Artículo publicado en el Diario El País.cr, 26 de noviembre de 2012. (4)

sábado, 17 de noviembre de 2012

Carta abierta a Fabio Molina

Uno de los cursos de primer año en la Facultad de Derecho, tiene entre sus contenidos la enseñanza de algunos aspectos básicos de lógica. Vemos las falacias no formales entre las que se encuentran las falacias de atingencia, siendo una de ellas la denominada falacia de causa falsa. Señor Molina, a quién pretende engañar afirmando que lo ocurrido con el magistrado Fernando Cruz tiene como causa o motivación el deseo de que la Sala Constitucional no se extralimite en sus competencias.

Su razonamiento no sólo es una falacia de causa falsa, sino también es una falacia de composición. No existe relación entre no reelegir un magistrado y la reforma de la ley de Jurisdicción Constitucional para acotar las potestades o reestructurar el funcionamiento de la Sala Cuarta. Todos sabemos que lo segundo se hace con una reforma a la ley que, por cierto, los legisladores actuales y los anteriores no han tenido la voluntad o capacidad de hacer.

Señor Molina, como estudiante y como ciudadano le exijo respeto. No trate a la ciudadanía como si fuéramos imbéciles, personas como usted hacen que las personas detesten a la política. Tenga un poco de amor propio, deje de comportarse como una persona sin criterio propio y sometido a los designios de esas personas que todos conocemos. A mi corta edad no puedo entender como alguien puede soportar un vasallaje de esas dimensiones.

En un país tan pequeño como Costa Rica todo se sabe. Todavía más cuando se trata de un asunto relacionado como el pequeño mundo de la política y el derecho. La excusa que usted ha dado para haber promovido la vejación que le han hecho al magistrado Cruz es de lo más burda y soez, sinceramente, lo retrata de cuerpo entero y evidencia la putrefacción de la clase política costarricense.

Usted ha dicho, sin el menor sonrojo, como parte de sus “argumentos”, que es necesario renovar a la Sala Constitucional y que esa es una de las razones por la cual se promovió la votación contra el magistrado Fernando Cruz. Si esa fuera una justificación sincera, tendría que comenzar por no reelegir al magistrado Luis Paulino Mora Mora; ya que éste es magistrado de la Sala Constitucional desde 1989 y que, de paso, no ha aflojado la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia desde 1999.

Como estudiante me ha tocado leer las sentencias de la Sala Constitucional. Usted puede estar de acuerdo o no con los razonamientos del magistrado Fernando Cruz, pero cuesta encontrar una fundamentación falaz en sus pronunciamientos; todo lo contrario de los planteamientos que su persona ha realizado, para intentar justificar esta acción marrullera y que es propia de los políticos de poca monta que vienen ostentando puestos en los últimos años.

No he tenido el privilegio de ser alumno de Fernando Cruz, pero tengo las mejores referencias de él como profesor. Espero que vuelva a la academia donde se le quiere y se le respeta, ya que se necesita gente como él en las aulas universitarias. Podrá hacerlo, a diferencia de otros, con la frente en alto y con la dignidad que las personas correctas y de bien tienen. Estoy seguro que, en el claustro universitario, encontrará un lugar en el que siga luchando contra las personas que quieren hincar a la institucionalidad costarricense.

Quiero finalizar diciéndole que personas como usted no merecen ser representantes de la ciudadanía costarricense. Su forma de expresarse y de fundamentar este hecho vergonzoso es un insulto a la inteligencia de cualquier persona con un mínimo de formación. Lamento que la provincia de Alajuela tenga un representante ante el Parlamento de sus características, si tuviera un poco de decoro debería abstenerse de salir a los medios de comunicación a justificar la razón de la sinrazón.
Artículo de opinión publicado en El País.cr, 17 de noviembre de 2012. (15)

martes, 13 de noviembre de 2012

El opio del pueblo costarricense

Una de las frases más conocidas de Karl Marx es: La religión es el opio de los pueblos. La frase leída fuera de contexto y de manera aislada se ha prestado para malas interpretaciones. El enunciado adquiere otro sentido cuando se lee el texto completo en que está contenida. Una de las tantas versiones en español de la Contribución a la Crítica del Estado de Hegel (o del Derecho según sea la traducción) dice lo siguiente:

“La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión.”

Desgraciadamente el planteamiento de Marx fue interpretado en los regímenes mal llamados comunistas, como una solicitud para suprimir a las diferentes denominaciones religiosas. Sin embargo, la crítica marxista (desde mi perspectiva), no estaba orientada a eliminar la práctica religiosa, sino que iba en el sentido de evitar que la religión se convierta en un inhibidor de la lucha contra lo que él llamaba la miseria real.

Para decirlo de una forma sencilla y para que nos entendamos. Si hay un reino celestial después de la muerte y se pregona que la entrada a ese lugar requiere del sufrimiento aquí en la tierra, hay personas que, dependiendo de lo que le diga su líder religioso, pueden considerar que no vale la pena luchar para cambiar la situación de miseria y pobreza que le ha tocado vivir en la tierra. Al fin y al cabo la verdadera vida es la que tendrá en el cielo o en el reino de Dios, claro está, siempre y cuando no haya faltado a las normas religiosas establecidas por la Iglesia correspondiente.

Quiero dejar claro y para que no haya malos entendidos, que estoy a favor de la libertad religiosa. Defiendo la tolerancia como valor fundamental de cualquier sociedad democrática, así como el derecho a la libertad de conciencia. Toda persona tiene derecho a creer o no creer en lo que estime conveniente, así como practicar o ser feligrés de cualquier Iglesia o denominación religiosa que decida. No obstante, me parece que una persona puede creer en Dios e incluso practicar una religión, sin que ello lo inhiba de protestar y oponerse a la inequidad social o manifestar su repudio a los excesos de ciertos sectores de la sociedad.

No se puede negar la influencia que tiene la ideología religiosa en nuestra sociedad. Independientemente de la religión que se profese, la mayoría de los costarricenses estamos muy influidos por la idea de Dios y por los valores o desvalores que sus dirigentes han difundido desde tiempos inmemoriales.

En no pocas ocasiones se suele dejar asuntos que requieren de la acción del ser humano en las manos de la divinidad y eso suele expresarse en frases como: Que sea lo que Dios quiera o Dios proveerá. En última instancia sería mejor que en lugar de fomentar una actitud como la descrita, se abogue por otra en que se privilegie el esfuerzo personal y que podríamos sintetizar en la frase: A Dios rogando y con el mazo dando.

Ahora bien, si agudizamos nuestra observación de la realidad costarricense, veríamos que en la actualidad existen otros opios que nos tienen adormecidos o, mejor dicho, distraídos. Resulta evidente que en la sociedad actual se han creado una serie de distractores para que las personas mantengamos nuestra mente ocupada, especialmente, en temas que están alejados de aquellas cosas que impactan contundentemente nuestra vida diaria.

No hay que ser una luminaria para percatarse que, por ejemplo, el fútbol se ha convertido en un opio igual o más poderoso que el señalado por Marx en 1844. En la actualidad hay partidos de fútbol todos los días de la semana, tanto nacionales como extranjeros, es una actividad omnipresente en nuestra sociedad y eso se refleja en los temas de conversación prevalecientes entre las personas.

Antes la jornada futbolística se limitaba al domingo y en un horario que estaba restringido a las once de la mañana para todos los partidos. De un tiempo para acá es avasallante la forma en que este deporte invade la vida de las personas y como los medios de comunicación dedican la mayoría de su programación a este distractor universal.

A la par del fútbol y de otros deportes, está el opio de los espectáculos televisivos (Bailando por un sueño, El Chinamo, Intrusos de la farándula, etc.), conciertos musicales, corridas de toros, Megabares y un largo etc. Las “estrellas” de estos y otros espacios son personas con mucho músculo, glúteos, senos y, aunque no se puede generalizar, con poco seso; gente que hace de lo superficial y de lo estúpido lo normal, lo “chic”, lo “cool”,en otras palabras, lo que te hace ser el más guapo e interesante o la más divina o sexy.

El problema no es que exista este tipo de gente, al fin y al cabo, hay que respetarlos como seres humanos y tienen todo el derecho de hacer con su vida lo que quieran. El gran dilema es que se ha ido estableciendo en el imaginario colectivo la creencia que la sociedad costarricense es eso, es decir, que para ser exitoso en la vida hay que comportarse de esa manera.

La realidad del más de 20% de pobreza que venimos arrastrando o del aumento sostenido de la inequidad que han venido denunciando los diferentes estudios socioeconómicos, queda relativizada a partir de esta ideología de lo superfluo. Los héroes ya no son los Clodomiro Picado, ni los Rodrigo Facio, ni las Carmen Lyra, sino que hay que parecerse a los Edgar Silva, a los Walter “El Paté” Centeno o a la Marilyn Gamboa, por mencionar solo algunas “luminarias” ticas.

Cada cual es libre de ver, hacer o divertirse de la manera que estime conveniente. No obstante, los jóvenes debemos darnos cuenta que la “realidad” difundida por los medios de comunicación, no siempre se corresponde con la realidad que vivimos las personas de carne y hueso. Nadie está planteando que las personas dejen sus creencias o su religión, tampoco se pretende que dejen de ver los partidos de fútbol o los espectáculos televisivos de turno; lo que decimos y postulamos, es que es necesario percatarse que existe una realidad bastante diferente de esa frivolidad con que la ideología imperante presenta nuestra vivencia diaria.
Artículo publicado en el Diario El Pais.cr, 13 de noviembre de 2012. (12)

martes, 6 de noviembre de 2012

Analfabetismo jurídico

En Costa Rica y en otros países del mundo, no todos los abogados graduados y colegiados saben de Derecho. Hay personas que tienen la creencia que la persona con un título académico e incorporada al Colegio de Abogados conoce la ciencia jurídica. La realidad, desgraciadamente, evidencia lo contrario y verifica, constantemente, la falsedad de esta creencia.

La realidad jurídica del país muestra que hay, al menos, cuatro tipos de personas relacionadas con la aplicación del ordenamiento jurídico. Un primer grupo es aquel que debido a su relación con una oficina de abogados, por trabajar en entes u órganos relacionados con la aplicación del Derecho, aprenden a realizar una serie de trámites que no requieren de ningún conocimiento jurídico. Notificadores, “Gavilanes” y la Secretaria del Bufete, por ejemplo, entran en este conjunto.

Un segundo grupo son los que podemos denominar los técnicos jurídicos. Son personas que dicen haber estudiado Derecho pero que en realidad lo único que les han enseñado es lo que dicen los Códigos y Leyes, muchas veces sin entender el origen y el sentido de los institutos jurídicos consignados en los textos legales. En esencia, se trata de los denominados tinterillos, es decir, el legítimo rábula. Entre estos encontramos abogados (litigantes, jueces, asesores legales) que nunca leyeron un texto de teoría jurídica y mucho menos de filosofía del derecho.

Un tercer grupo son aquellos que sí han leído textos jurídicos y se supone conocen de la teoría jurídica. No obstante, no es raro encontrarse abogados que ni siquiera se acuerdan de los autores que leyeron y mucho menos saben explicar lo que el autor respectivo planteaba. En el mejor de los casos, los abogados de este grupo se caracterizan por asumir la teoría como un dogma de fe y por nunca cuestionar los postulados teóricos que les fueron enseñados; en otras palabras, se trata del clásico abogado que pretende impresionar a partir de la repetición irreflexiva de fórmulas de autoridad de los diferentes autores.

Por último, encontramos un cuarto grupo, sumamente pequeño, que tiene conocimiento del Derecho y además asume una actitud crítica frente al mismo. Los abogados que están en este nivel son los menos y son aquellos que comprenden que el Derecho no es una aplicación mecánica de la ley (positivismo ideológico) sino que supone un instrumento para la realización de un valor supremo como la Justicia.

En Costa Rica lo que abunda son los abogados del segundo grupo. La falta de cultura jurídica es un problema que tiene su origen, entre otros factores, en la aparición de una serie de Escuelas de Derecho que han hecho negocio con una carrera con costos mínimos y ganancias máximas. En efecto, a diferencia de otras carreras en que se requiere una alta inversión en equipo (Odontología, Microbiología, Ingeniería Eléctrica, etc.), la carrera de Derecho es de las denominadas de tiza y pizarra; es decir, sólo se requiere invertir en un aula con asientos, pizarra y un “profesor” que repita los apuntes que hizo cuando cursó la materia que imparte.

Usted que está leyendo este texto, por favor, pregunte a un abogado reputado: ¿Conoce usted cuál es el planteamiento teórico desarrollado por Hans Kelsen? En el mejor de los casos le va a responder diciendo algo sobre la pirámide kelseniana de jerarquía de las normas, pero no se sorprenda si no le saben explicar más allá de su enunciado. En todo caso, no espere que el abogado de marras haya leído y comprendido la obra fundamental de Kelsen, “Teoría Pura del Derecho”, y menos aún otros textos relacionados con su postura epistemológica en relación con el Derecho.

Ya no se diga de las deficiencias que muestran los abogados en materias específicas del Derecho. No espere que en materia penal se hayan leído un libro básico como “De los delitos y las penas” o que en materia laboral comprendan el sustrato marxista que hay detrás de los diferentes institutos del Derecho del Trabajo. Menos aún que recuerden a los grandes autores que le han dado forma al Derecho Constitucional, a pesar que muchos abogados se autodenominan en la actualidad: constitucionalistas.

“Demasiados abogados” es el nombre de un famoso texto que describe estas y otros problemas que son aplicables a la realidad costarricense. Todos hemos visto en los últimos años como ha crecido el número de abogados en Costa Rica, sin embargo, más abogados no significa más conocimiento del Derecho y mucho menos un mejor funcionamiento del sistema jurídico costarricense.

Para nadie es un secreto que muchos flamantes abogados con licencia para ejercer, se graduaron en una “universidad” en dos años o menos. No es raro encontrar personas que antes trabajaban de notificador o en cualquier otro puesto en un despacho judicial, y a la vuelta de veinticuatro meses, aparecía como juez de la República e impartiendo “justicia”.

En esto último la responsabilidad de los diferentes magistrados de la Corte Suprema de Justicia es total, los que están y los que han estado. Son ellos los que permitieron que se diera esta situación y eso se ha reflejado en la administración de justicia. Basta leer las sentencias de los actuales jueces para darse cuenta que muchos ni siquiera saben escribir y que si no existieran los comandos “cortar” y “pegar” no podrían emitir una sentencia o un auto judicial.

Como estudiante me da mucho coraje tener profesores que pretenden ejercer la docencia con esta misma mentalidad. Ejercen por un interés curricular pero lo menos que tienen es vocación para enseñar. En no pocos casos no entienden ni lo que pretenden explicar y cuando se les pregunta, evaden la respuesta o asumen una actitud de confrontación para que el estudiante no insista en su consulta.

Nos corresponde a los estudiantes exigir una buena enseñanza en los diferentes ámbitos del saber y en la enseñanza del Derecho en particular. La actitud pusilánime de plegarse al mal profesor para pasar sin contratiempos un curso debe ser desechada y tener la valentía de denunciar a los malos docentes. El aprendizaje requiere de maestros, de personas con vocación y no de personas que pretenden engordar su hoja de vida con un estatus que no se merecen.

Los analfabetos jurídicos están por todas partes en Costa Rica. Está en nosotros los estudiantes procurar un cambio en esta tendencia y exigir una enseñanza que el día de mañana nos permita leer y comprender el Derecho de forma integral. En estos tiempos en que la ley del mínimo esfuerzo y la indiferencia es lo que impera, los estudiantes debemos alzarnos para cambiar esto que nos atañe directamente a nosotros.

A la larga, de no hacerlo, nosotros seríamos los principales perjudicados y el país seguirá por el rumbo triste por donde nos están llevando muchos de estos analfabetos jurídicos. En todo caso, estoy seguro que este problema no sólo es en el área jurídica sino que está presente en otras áreas del conocimiento; para muestra un botón: la platina sobre el puente de río Virilla y ahora sobre el puente de la fuente de la Hispanidad.

Artículo publicado en el Diario El País.cr, 06 de Noviembre de 2012. (10)

martes, 30 de octubre de 2012

Ni con Chávez ni contra Chávez

Hace un par de semanas salió publicado en este diario un artículo denominado: Chávez debería irse. En él se defendía el principio democrático de la alternancia en el poder y la necesidad que tienen las democracias de renovar a las personas que ejercen el gobierno. Se dejaba claro que la defensa de este principio no es un asunto de oportunidad o conveniencia, sino que se trata de una convicción democrática.

La democracia es, tengámoslo claro, un régimen político imperfecto. Todos sabemos lo manipulable que son los procesos para elegir quién o quiénes van a ser depositarios de la soberanía popular. No hay que ser muy inteligente para percatarse que en un mecanismo como el referéndum, por ejemplo, la voluntad popular puede ser influenciada en uno u otro sentido. Casualmente porque los instrumentos son eso, medios y no fines, es que se hace la distinción entre lo formal y lo sustancial.

Una de las observaciones que se hicieron al artículo publicado fue que la alternancia de las personas o partidos que ejercen el gobierno, no garantizan un cambio en quienes ejercen el poder real. En términos marxistas eso equivale a decir: que los cambios en la superestructura no implican cambios en la estructura de la sociedad, es decir, los que realmente tienen el poder siguen mandando a pesar de que se cambie el gobierno.

No niego que lo anterior, en no pocas ocasiones, es cierto. Sin embargo, la permanencia en el gobierno de la misma persona o el mismo partido, incrementa la posibilidad que ese poder estructural sea más arbitrario y despótico. La democracia, al igual que la realidad, no es ni blanca ni negra; al contrario, la democracia es una gran zona gris en la que se desarrolla las relaciones de poder de los diferentes grupos de interés de la sociedad.

No estoy con Chávez en su deseo de perpetuarse en el gobierno. Recientemente Lula Da Silva expresaba una opinión similar, ya que consideraba necesario que el actual presidente de Venezuela busque un sucesor para que su revolución bolivariana no dependa sólo de él. La reelección indefinida es inconveniente para el régimen democrático, permite la concentración o la tenencia del poder en pocas manos y eso suele generar acciones perjudiciales para el pueblo en el largo plazo.

El defender la alternancia en el gobierno como principio universal de la democracia no implica estar contra Chávez. La política social que ha venido desarrollando ha sido muy beneficiosa para los sectores más vulnerables de la sociedad venezolana. Es imposible estar en desacuerdo con políticas que abogan por una mayor equidad, ya sea en la sociedad venezolana o en cualquier sociedad del mundo.

No obstante, la defensa de la equidad no tiene que ir asociada a la perpetuación en las estructuras de gobierno de una sola persona o un partido. Las sociedades requieren renovar a sus dirigentes porque de lo contrario corren el peligro de anquilosarse y de sufrir una dependencia que genera un régimen vertical y alejado de sus habitantes.

Ni con Chávez ni contra Chávez, lo que se defiende es la alternancia en el gobierno como principio básico de la democracia. No se trata de si Chávez es buen o mal gobernante, no se trata de si está sano o enfermo, no se trata de si su elección es legítima o ilegítima, no se trata de si Chávez es de izquierda o derecha.

Se trata de entender que a lo largo de la historia la perpetuación en el gobierno ha traído, casi siempre, perjuicios para la mayoría de los ciudadanos de las diferentes sociedades en que esto ha acontecido. La lucha por la equidad puede coexistir con la democracia y sus principios, no es necesaria la perpetuación en el gobierno para lograr una mayor igualdad.

Si la denominada revolución bolivariana ha producido los beneficios de reducir la pobreza en más de un 20%, el pueblo venezolano será el primero en defender esa conquista aun cuando Chávez deje el gobierno. La permanencia continuada en las estructuras gubernamentales por parte de una sola persona, lejos de ser una señal de fortaleza es todo lo contrario. Las grandes revoluciones son hechas y mantenidas por el pueblo, no son obra de una única persona y mucho menos de aquellos que se creen imprescindibles.
Artículo publicado en el Diario El País.cr, 30 de Octubre de 2012. (2)

martes, 23 de octubre de 2012

Narcisismo y esnobismo en las redes sociales

Pertenezco a una generación que ha sido denominada generación Z. Nos caracterizan como personas muy vinculadas con el desarrollo tecnológico de finales del siglo XX. Nacimos con los CD´s y no conocimos el disco de vinilo de 33 revoluciones, tampoco vimos una televisión de tubos o una película en formato de 35 milímetros

El Internet ha sido algo consustancial a nuestra vida, no imaginamos como era el mundo antes de la Word Wide Web. En ese sentido, la comunicación instantánea por medio del correo electrónico, el Skipe y otros soportes digitales, no ha sido sorpresa para quienes somos hijos de la generación de los nacidos después de los años 60´s.

Lo que sí ha sido una sorpresa son las redes sociales. Tanto MySpace, Twitter, Facebook, Badoo, Hi5 y otras, han venido a cambiar las relaciones entre las personas y sobre todo, han sacado a la superficie y a la esfera pública conductas que uno no se esperaba de una buena cantidad de personas.

Ha sido impresionante el narcisismo que se ha desplegado en las diferentes redes sociales. Se trata de una conducta en que la persona tiene la creencia que es una especie de ser humano fuera de serie y que a las demás personas les interesa qué está haciendo a cada instante de su vida.

El narciso de las redes sociales pasa colgando fotos todo el día. Difunde fotos de sus vacaciones, de sus fiestas, de sus actividades familiares y hasta de si mismo. Lo patológico de esta conducta no es solo su narcisismo, sino la ignorancia que evidencian en relación con el peligro que corren sus propias vidas y las de sus familiares.

Resulta patético observar personas que cuelgan fotografías con el único objetivo de mostrar que han estado en tal o cual lugar. Están aquellos que han tenido la oportunidad de viajar a diferentes lugares del mundo y se dedican a mostrar lugares emblemáticos aunque, probablemente, no tienen la menor idea de la historia del lugar fotografiado.

Hay otros que no han podido salir del país y entonces cuelgan fotos de su estancia en una playa nacional o en el mejor de los casos, en uno de los hoteles cinco estrellas de nuestra querida Costa Rica. ¿Por qué el ser humano tiene la necesidad imperiosa de hacer este tipo de acciones?

Constantemente se emiten opiniones sin el menor conocimiento de lo que se dice. Por supuesto que toda persona tiene derecho a decir y escribir lo que quiera, sin embargo, debería tenerse una consideración mínima para aquellas personas que pueden verse frente a ese tipo de opiniones sin ningún fundamento.

El narcisismo en las redes sociales es tan fuerte, que se ha dado una especie de relación dialéctica entre narcisos. Es frecuente que ante los comentarios intrascendentes de una persona, haya por lo menos otra con la misma necesidad de reconocimiento, presta a incrementar su ego con un comentario igual de superfluo.

En consecuencia, a partir del narcisismo descrito se ha generado un esnobismo desenfrenado en las redes sociales. Las personas no solo pretenden imitar las conductas de las “estrellas” mediáticas, sino que también reproducen la conducta que observan de las otras personas que son sus pares en estas sociedades virtuales.

Si hay una persona que cuelga una foto a la par del Coliseo en Roma, yo también hago lo mismo. No importa que no sepa absolutamente nada de ese monumento histórico, me basta con lo que he visto en las películas de semana santa o en aquellas relacionadas con gladiadores. Da lo mismo que Espartaco haya existido años antes del nacimiento de Cristo y que el Coliseo haya sido construido en el siglo primero de nuestra era.

Las redes sociales se han convertido en una gran pecera en que es posible observar las variadas conductas humanas. El narcisismo y el esnobismo sobresalen entre las más frecuentes, pero sólo están por detrás de una que Albert Einstein decía que era infinita en los seres humanos: la estupidez.

Artículo publicado en el Diario El Pais.cr, el 23 de octubre de 2012. (59)
http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/74002

martes, 16 de octubre de 2012

Chávez debería irse

Probablemente al leer el título de este artículo usted habrá exclamado: ¡Qué le pasa a este tipo! Chávez acaba de ganar las elecciones de Venezuela con un 54, 4 % de los votos y con una participación del 81% de los electores, es decir, con sólo un 19% de abstencionismo.

La legitimidad de la elección (no se conocen actos fraudulentos) está fuera de cuestionamiento. El apoyo a Hugo Chávez está sustentado en una política social que ha reducido la pobreza en Venezuela en más del 20%, según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Todos sabemos que es posible cumplir con los requisitos formales de la democracia y así defender la legitimidad de un régimen. Uno de esos requisitos dicta que las elecciones y las decisiones se adoptan por la regla de la mayoría; sin embargo, lo decidido por la mayoría no necesariamente implica la mejor decisión o la más racional.

En democracia hay que tener presente no sólo la democracia formal sino también la democracia sustancial. Uno de los principios esenciales de la democracia es la alternancia, la idea que está detrás de este principio es evitar la concentración de poder. Desgraciadamente la historia está plagada de muchos ejemplos que muestran cómo el poder en manos de una sola persona y por un tiempo prolongado, genera un proceso tendiente a la arbitrariedad y el abuso.

Lo anterior se puede sintetizar en la frase que pronunció en el siglo XIX, John Emerich Edward Dalberg Acton, mejor conocido como Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Para evitar este y otros vicios de nosotros los seres humanos, es necesario que las personas no se perpetúen en el poder.

Por supuesto que esta máxima se aplica también para las personas y regímenes que defienden la ideología de derecha. No vaya a ser que existan personas que tengan en su mente que este es un principio sólo aplicable a Hugo Chávez, al contrario, se trata de un postulado de convicción democrática aplicable a todo el espectro político e ideológico.

La permanencia en el poder se vuelve más grosera cuando se trata de una sola persona, sin embargo, es igualmente inconveniente cuando esa perpetuación se da por medio de un partido político. Hablamos aquí del partido político único y también de aquellas situaciones en que una agrupación política gana varias elecciones consecutivas y se mantiene en el poder por mucho tiempo.

Habrá personas que consideran necesario que Hugo Chávez siga en el poder para poder consolidar la denominada revolución bolivariana. Este argumento crea una relación de dependencia que lejos de fortalecer al régimen y a la propia revolución, genera una incertidumbre y lo debilita.

Chávez debería irse no solo porque en términos de democracia sustantiva su permanencia en el poder es reprochable, sino también porque desde la perspectiva institucional y de la revolución bolivariana, la relación de permanencia y dependencia trae aparejado más inconvenientes y menos beneficios para el futuro inmediato.

Ya sé que para mucha gente este planteamiento puede parecer ingenuo. Algunos pueden alegar que si fuera la derecha, probablemente, no sueltan el poder. Seamos claros, la alternancia en el poder y su defensa se basa en una convicción democrática.

Observando los libros de historia y la realidad política en diferentes países, pareciera, que el modelo más idóneo es: Un plazo para ejercer el gobierno entre cuatro o cinco años y permitir la reelección por una única vez.

Chávez ya tiene un lugar en la historia de Venezuela y de América Latina. Su impronta en los últimos años es una realidad a lo interno de su país y en la comunidad internacional. Su figura ya forma parte de la gran cantidad de políticos latinoamericanos que han logrado trascender su propia realidad.

Está por verse si la revolución bolivariana puede continuar sin Chávez. Lejos de ser un perjuicio, su retirada podría convertirse en el paso necesario para que su legado no se extinga. Si no es por una convicción democrática, debería irse para que su movimiento pueda continuar con otras personas en el futuro inmediato.

jueves, 11 de octubre de 2012

¿Qué es un trotskista?

La calificación de trotskista es dada, usualmente, a las personas que tienen una postura violenta o intransigente ante determinado hecho social. En Costa Rica es frecuente asociar al trotskismo con aquellos individuos que en una manifestación realizan acciones como tirar piedras, hacer barricadas, tomar edificios y, en general, aquellos que desarrollan una serie de acciones reñidas con lo que se espera de una manifestación pacífica.

En las universidades se les dice trotskistas a los estudiantes que tienen una posición extrema en relación con la forma de resolver los conflictos. Se les tiene como personas que en lugar de discutir quieren imponer sus criterios por medio de la fuerza, en lugar de dialogar se destacan por vociferar para impedir que su interlocutor pueda expresar sus puntos de vista.

La idea costarricense de lo que es un trotskista suele vincularse a una persona que asume una posición contraria a la mayoría. No solo se comporta de manera diferente, sino también viste distinto y tiene una visión de la realidad que va en contra de lo que piensa el común de los mortales. Para decirlo de manera sencilla y a lo tico: el trotskista es un bicho raro.

No obstante, esta idea de lo que es un trotskista está totalmente errada. No está claro cuándo nació o el ¿por qué? de esta interpretación, ya que dicho término deriva del apellido de uno de los revolucionarios más importantes que lograron el poder en la Rusia de 1917 y sobre todo, que consiguieron establecer el régimen soviético bajo el liderazgo de Vladimir Ilich Uliánov (Lenin).

León Trotsky tuvo al inicio algunas desavenencias con Lenin, pero después de la revolución de octubre se convirtió en hombre de su confianza. Tuvo el encargo de organizar el Ejército Rojo que sería, a la larga, el que permitiría contrarrestar el movimiento contrarrevolucionario que procuraba traerse abajo el naciente Estado soviético.

La muerte de Lenin, a principios de 1924, trajo una lucha de poder que fue ganada por José Stalin. A partir de aquel momento la revolución rusa tuvo otro rumbo, no solo se desvinculó de los planteamientos marxistas sino que también se apartó de los postulados leninistas. La utopía comunista perdió su camino y se convirtió en un régimen represivo en contra de las propias clases obreras.

Trotsky es presentado, a partir de aquel momento, como un traidor a la causa. Los medios de propaganda del régimen de Stalin lo tildaron de subversivo y se comenzó a generar una imagen que se acerca a lo que en Costa Rica se percibe como un trotskista. Lejos de atentar contra el régimen por medio de acciones violentas, fue el régimen quien atentó contra Trotsky.
La persecución de Stalin le llevó a exiliarse y a denunciar por medio de diferentes escritos el vuelco que estaba dando a la revolución. Las acciones para combatir al régimen fueron de carácter intelectual, ya que Trotsky era lo suficientemente inteligente para entender que en el desarrollo de acciones violentas llevaba todas las de perder.

En consecuencia, el trotskismo se caracterizó por utilizar los medios de denuncia pacífica para evidenciar la traición de Stalin a los postulados marxistas y en última instancia, a los planteamientos de Lenin. Al contrario de lo que se ha entendido en Costa Rica, es un error calificar a las personas que acuden a los medios violentos como trotskistas.

Desgraciadamente, a veces, utilizamos términos sin tener plena conciencia de su significado. La idea costarricense del trotskismo está totalmente desvinculada de la realidad histórica, se trata de una idea sustentada en un desconocimiento que no es tolerable entre estudiantes universitarios y que requiere aclaración para no seguir reproduciendo el yerro o, en última instancia, para estar consciente del mismo.
Artículo publicado en el diario El País.cr, el 11/Octubre/2012. (6)

viernes, 5 de octubre de 2012

Carta abierta a Justo Orozco

Uno de los temas o problemas históricos de la filosofía política es la distinción entre política y religión. En occidente, durante todo el medioevo, la distinción no existió y hubo que esperar el proceso que culminó con la Revolución Francesa para que se defendiera esta diferencia.

Desgraciadamente, en la práctica, esta distinción entre política y religión no ha sido respetada. Sobran ejemplos históricos en que la religión ha sido utilizada con fines políticos, sin embargo, el descaro con que usted se aprovecha de las creencias de las personas es algo patético.

No se puede negar que la sociedad costarricense es bastante creyente o por lo menos eso parece, tal circunstancia hace que sea un terreno fértil para que sacerdotes, pastores y demás “gurús” espirituales intervengan en la conducta de sus seguidores. De eso se han valido personas como usted, para acceder a puestos de decisión política, principalmente, en la Asamblea Legislativa.

Evidentemente no comparto su ideología religiosa. Me parece, con todo respeto, que usted realiza una práctica llena de incoherencias. Sus palabras y planteamientos siempre pretenden legitimarse con base en los textos bíblicos, sin embargo, no coinciden con las acciones y hechos que ha venido realizando a lo largo de estos años.

Ya no solo se trata de su especial predilección por un patrimonio personal creciente, tampoco de la discriminación que ha hecho de otros seres humanos, sino que ahora, nuevamente, aparece mencionado en situaciones comprometedoras en el ámbito académico. Don Justo, ante estos y otros hechos, nuestro pueblo suele decir: Cuando el río suena....

Comprendo que usted se ha topado con una serie de políticos ineptos con los cuales ha podido negociar muchos de sus objetivos. Está claro que de eso no tiene ninguna culpa, sin embargo, la forma en como se burla de la sociedad costarricense y sobre todo de sus seguidores es, francamente, un insulto para la inteligencia media.

Comprenderá, después de observar como se expresa en público, que el cuestionamiento de sus méritos académicos cobra sentido para muchos costarricenses. Sería interesante escucharle hablando de quién fue Hans Kelsen y cuál es la tesis central de su obra, o que expusiera algunas de las tesis de derecho administrativo de Eduardo Ortiz; o en su defecto, que se animara a conferenciar sobre el Tratado de las Obligaciones o de los Contratos de Alberto Brenes Córdoba.

Menciono a los anteriores autores en razón de su condición de graduado en Derecho. No sé por qué, don Justo, pero tengo la impresión que nos llevaríamos una no muy grata sorpresa en relación con su conocimiento jurídico. Dicho en otras palabras, el conocimiento de estos autores clásicos (uno en el ámbito internacional y dos en el nacional) es fundamental para la cultura de cualquier abogado y difícilmente aplicará de manera correcta el Derecho, sin haber leído y comprendido a estos y otros autores.

Don Justo, tenga un poco de vergüenza. No utilice la religión para sus objetivos mundanos. Tenga respeto para las personas que, por esas cosas de la vida, le siguen a usted y a otros de su calaña. Los jóvenes requerimos mejores ejemplos que el suyo para interesarnos en la política, usted le hace un flaco favor al ya desprestigiado parlamento costarricense.

Comprenderá que no es el único que debería retirarse de la política; sin embargo, usted es uno de los principales personajes que están contribuyendo a la deslegitimación del régimen político costarricense. Ahh… y por favor, deje de utilizar las deidades para encubrir sus actuaciones terrenales, no siga usando las creencias religiosas para aprovecharse de la “inocencia” de algunas personas.

Lo único que explica el por qué usted ha llegado hasta donde está, que tampoco es gran cosa, es la indiferencia de nosotros los ciudadanos y la ineptitud de los otros políticos. Tengo la obligación ética de respetarlo como persona, empero, me resulta insoportable pensar que usted representa al pueblo de Costa Rica en foros internacionales y peor aún, que lo hace en temas relacionados con los Derechos Humanos. Como decía mi abuelo: ¡No somos nada!

Artículo publicado en el Diario El País.cr, el 05/Octubre/2012. (1)
http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/73355

jueves, 27 de septiembre de 2012

La Convención Colectiva

Como es sabido, los institutos jurídicos consagrados en la Constitución, en los instrumentos internacionales o en las leyes internas de cada país, responden y surgen a partir de la evolución social y los hechos que han ido marcando ese desarrollo.

La Convención Colectiva tiene su origen en el reconocimiento que hizo el Estado y los empresarios de relaciones de trabajo más democráticas. En otras palabras, que los trabajadores participaran en la formulación de reglas que normen la relación patrono-empleado y así procurar la paz laboral tan necesaria para evitar el conflicto social tanto en el sector público como privado.

La Convención Colectiva es un instrumento jurídico que tiene su fundamento en una concepción social de las relaciones económicas. Se reconoce la necesidad de mecanismos para resolver los conflictos sociales surgidos al amparo de la relación laboral y que se dan tanto en el plano público como privado.

El principio democrático que gravita en el origen de este instituto jurídico, es coherente con la concepción democrática que informa a la mayoría de Estados regidos por una Constitución Política. De hecho, las decisiones que se adopten en dicho espacio democrático y que es sustentado por los mismos textos constitucionales, no deberían ser objeto de modificación por parte de entes u órganos externos a la relación entre patrono-trabajador.

En consecuencia, es necesario respetar el espacio democrático que jurídicamente ha sido reconocido por el Estado Social de Derecho. Dicho en otros términos, se debe tomar muy en cuenta la vocación democrática que está detrás de toda Convención Colectiva, ya que cualquier declaratoria de inconstitucionalidad supondría vaciar a este instrumento jurídico de todo su fundamento doctrinario.

No es eliminando este instrumento jurídico como se van a resolver los problemas financieros del gobierno. La convención colectiva es solo un medio y no el fin, sin embargo, en el actual momento político en que vivimos, existen muchos interesados en dar el golpe de gracia a una serie de instrumentos que costaron sangre, sudor y lágrimas para que se reconocieran en los diferentes ordenamientos jurídicos de los Estados.

El bombardeo ideológico ha logrado, incluso, poner a los trabajadores en contra de los mismos trabajadores. No es extraño escuchar a trabajadores del sector privado abogando porque a los del sector público les rebajen los salarios o les eliminen una serie de derechos sociales que han sido conquistados a lo largo de la historia.

Al contrario de lo que se propone, los trabajadores con una sola voz deberían promover y luchar porque los derechos sociales sean de carácter universal. El reconocimiento de muchos de los beneficios sociales que existen en el sector público tendrían que replicarse en el sector privado. El progreso consistiría en mejorar las condiciones de ingreso y por tanto de vida, de los trabajadores de las empresas privadas y no en desmejorar la de aquellos trabajadores que gozan de ciertos beneficios.

Mientras los trabajadores no estén unidos, el excedente que genera el eliminar los beneficios sociales van a ser redirigidos a favor de los sectores financieramente más poderosos. La inequidad que viene creciendo año con año así lo demuestra, es decir, la ideología neoliberal que sostiene la teoría del derrame hacia los sectores más necesitados es una farsa.

La riqueza nunca desciende a la base y tampoco existe interés de que así sea. Los dividendos de la actividad productiva no se distribuyen entre los que realmente producen los bienes y servicios, ni siquiera se reinvierten en el crecimiento de la economía nacional y en generar más empleo. Los excedentes están siendo invertidos en el mercado especulativo de productos financieros y generando más riqueza para un sector muy focalizado de la sociedad costarricense.

Solo a través de instrumentos como la convención colectiva es posible obligar a los empresarios y al gobierno a conceder a los trabajadores condiciones más dignas de vida. Los trabajadores viejos y jóvenes deben tener claro que nadie va regalar absolutamente nada, la mejora de las condiciones laborales y de ingreso requiere de una lucha consciente y permanente.

Nada, absolutamente nada, ocurre en la realidad social por generación espontánea.
Artículo publicado en el Diario El País.cr, el 27/Setiembre/2012. (0)

viernes, 21 de septiembre de 2012

Los jóvenes requerimos escribir

La sociedad actual no promueve ni incentiva a leer y mucho menos a escribir. Al contrario de lo que sucedía antes de la llegada de la televisión, los jóvenes estamos sumergidos en una especie de sueño mediático. Antes que leer o escribir es mejor no gastar energía y someterse a la pasividad de la pantalla o a las relaciones virtuales de las redes sociales.

Si leer es una actividad cada vez más rara entre los jóvenes, el escribir es aún más extraño. La escritura es una forma de dar a conocer lo que pensamos. Es necesario que los jóvenes nos pronunciemos sobre la realidad del país, se trata de asumir nuestra responsabilidad en la construcción de nuestro propio futuro.

Pronunciarse no es realizar bloqueos, incendiar llantas o quebrar vitrinas. Se requiere estudiar la realidad y determinar qué está pasando, quiénes son los responsables de lo que ha sucedido y está aconteciendo. Los argumentos de la razón son más poderosos que los de la fuerza, por ello hay que tener posiciones debidamente informadas y realizar propuestas serias sobre el futuro.

Con lo dicho, nadie está desconociendo que existen grupos que monopolizan los medios de comunicación. Todos sabemos que si se remite un artículo de opinión con determinadas características o se plantea una tesis distinta a la línea ideológica del medio radial o televisivo, la consecuencia es la censura y el exilio mediático.

A pesar de lo anterior, hay que insistir en tratar de dar a conocer el pensamiento de nosotros los jóvenes. Hoy en día a la mayoría les atrae más la exposición mediática, es decir, en lugar de escribir prefieren aparecer en la televisión o en youtube desarrollando una actividad que los haga “famosos” en poco tiempo. Lo anterior, en principio, requiere un dominio limitado de las reglas del idioma y un esfuerzo de racionalidad menor que el sentarse a escribir.

La escritura, pareciera, ha dejado de ser atractiva entre los jóvenes. Muchos se cuestionan: ¿Para qué escribir artículos de opinión si la gente sólo lee a los que el medio de comunicación unge como “expertos”? Si bien es cierto hay una descalificación a priori de aquellas plumas que no son conocidas, no debemos cejar en este empeño de divulgación de nuestras ideas.

A muchos jóvenes, indiscriminadamente, nos clasifican como parte de la denominada generación Ni Ni. Independientemente que se trata de una falacia de generalización, existen muchos que se encuentran en ese perfil y que no tienen ni oficio ni beneficio. Algunos ni siquiera les interesa parecerse a Messi o Ronaldo, la desidia es tal que tampoco les ilusiona ser como Rihanna o Lady Gaga.

Para evitar estas iconografías, los jóvenes debemos desarrollar una nueva forma de ver la vida. Requerimos de una postura inteligente y contestataria ante la ideología que nos encasilla y nos limita. Es necesario que pensemos y escribamos las líneas maestras que van a guiar nuestras acciones para construir una mejor sociedad. Leer más y ver menos televisión, escribir más y jugar menos en el vídeo juego.

Requerimos modelos diferentes a los que nos han impuesto. Los futbolistas de nuestro medio podemos sustituirlos por referentes como: Clodomiro Picado, Joaquín García Monge, Omar Dengo, María Isabel Carvajal o Rodrigo Facio. A nivel internacional podemos fijarnos en personajes históricos como: Louis Pasteur , Jorge Luis Borges, Thomas Mann, Simone De Beauvoir o Max Weber, por citar algunos.

Insto a mis congéneres a leer, pero todavía más a escribir. Los anteriores personajes y muchos otros escribieron intensamente durante toda su vida. La escritura debe convertirse en una costumbre, con ella nuestro pensamiento se ejercita y podemos razonar de una manera más depurada. Siempre hay un mortal que lea lo que escribimos, manos a la obra, no vaya ser que la historia la hagan y la cuenten otros por nosotros.
Artículo publicado en El País.cr, 21 de setiembre de 2012. (7)

martes, 18 de septiembre de 2012

Derechos Humanos laborales

Las normas laborales desarrollan derechos que están reconocidos como Derechos Humanos. Esta situación no puede ser soslayada, ya que debe prevalecer una interpretación a favor de la conservación y ampliación de los Derechos Humanos y no una interpretación restrictiva de los mismos.

Al respecto, basta observar lo dispuesto en los artículos que van del 22 al 25, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En ese sentido se dispone:

“(…) Artículo 22. Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad. Artículo 23. 1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. 2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. 4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses. Artículo 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas. Artículo 25. 1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. 2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.” (La negrita y el subrayado no son del original) (DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS. Adoptada y proclamada por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en su resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948)

Como se observa, tener vacaciones es un derecho humano debidamente reconocido en el artículo 24 citado y lejos de ser un derecho humano que deba ser restringido, su ampliación debería ser promovida. La misma Sala Constitucional ha reconocido que las vacaciones es un derecho directamente asociado a otro derecho humano fundamental como es el derecho a la salud.

Desde este parámetro supraconstitucional, resulta contrario a los Derechos Humanos pretender utilizar (falazmente) la igualdad para restringir este derecho; lejos de pretender “igualar” hacia abajo, la tendencia debería ser hacia una ampliación de este derecho, especialmente, para aquellas personas cuya edad les demanda un tiempo mayor de descanso.

La existencia de un sistema para ajustar los salarios también pretende hacer efectivo y real lo dispuesto en el inciso 3) del artículo 23 y lo consignado en el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. No puede ser inconstitucional un mecanismo que procure que el trabajador tenga una remuneración equitativa y satisfactoria, tal y como lo dispone el inciso 3) del artículo 23 de la Declaración citada.

Tampoco puede ser inconstitucional, que se le reconozca al trabajador en términos reales el derecho a la cesantía. Es una tesis pacífica que el derecho de cesantía es fundamentalmente una protección contra el desempleo. Una interpretación restrictiva del derecho de cesantía es contraria a los Derechos Humanos.

La tendencia debería ser reconocer la cesantía como un Derecho Humano en el que se reconozca todos los años laborados y no al revés. La interpretación restrictiva del derecho, contraviene lo dispuesto por la Declaración Universal de Derechos Humanos.

En síntesis, una interpretación restrictiva iría en contra de estos Derechos Humanos y ahí sí estaríamos en presencia de una violación del texto constitucional. Al contrario de lo que dicen algunos ministros, asesorados por los abogados de siempre, lo que es abiertamente inconstitucional es la propuesta que ha presentado el gobierno para “igualar” hacia abajo los derechos de los trabajadores.
Artículo publicado en el Diario El País.cr, 18 de setiembre de 2012. (2)

sábado, 8 de septiembre de 2012

Involución del Estado Social de Derecho

La existencia de las Convenciones Colectivas, del derecho de cesantía, de las vacaciones, de los mecanismos de ajuste salarial y en general de los diferentes institutos jurídicos del Derecho Laboral, responden a un proceso histórico que fue decantando lo que hoy conocemos como nuestro Estado Social de Derecho.

Sin embargo, dicho proceso ha venido en involución y se ha desplazado (nuevamente) hacia concepciones en que el criterio social está cediendo ante un planteamiento que privilegia una visión mercantilista de las relaciones económicas y sociales.

Recordemos que en la segunda mitad del siglo XIX se realizó un cuestionamiento profundo de la forma como se habían dado las relaciones laborales y en especial de cómo se conceptualizaba al ser humano en su condición de trabajador. Diferentes doctrinas filosóficas, políticas y económicas, impulsaron una visión diferente a favor de una concepción que evitará que el trabajador fuera visto como un factor más del proceso de producción. La doctrina social de la iglesia también ejerció una influencia fundamental para lograr ese cambio, el cual se fue materializando a lo largo del siglo XX.

En el campo jurídico este proceso también se fue desarrollando a partir de la promulgación de normativa jurídica que establecía el derecho de los trabajadores a organizarse y a ser reconocidos como seres humanos con derecho a una vida digna; igualmente, el surgimiento del Derecho Laboral responde a este proceso y la comprensión de sus diferentes institutos jurídicos no es posible si se desconoce esta evolución histórica.

En nuestro país estas ideas se plasmaron con especial relevancia con la reforma constitucional realizada en los años cuarenta y con la promulgación del Código de Trabajo. Asimismo, el hecho que en la Asamblea Nacional Constituyente de 1949 se decidiera mantener y ratificar dicha reforma, muestra la vocación social de la Constitución Política vigente.

En ese sentido, no se puede perder de vista que la interpretación que se haga de nuestra carta magna debe tomar en cuenta esta orientación primigenia; es decir, no se puede desconocer el carácter social de la Constitución Política costarricense y mucho menos pretender cambiar este carácter al amparo de planteamientos ideológicos totalmente contrapuestos a los principios contenidos en el texto constitucional.

El hecho que a partir de la década de los ochenta la sociedad internacional y la sociedad costarricense haya experimentado un cambio en relación con la concepción del Estado, no puede cambiar de facto la definición de Estado Social de Derecho presente en la Constitución Política aprobada en 1949.

Tampoco es procedente que por medio de la interpretación constitucional dichos principios sean modificados o sean objeto de distinciones que van en contra de su sentido original. La misma Constitución Política ha previsto la forma en que la concepción de Estado puede ser modificada, a saber: por medio de una reforma total al texto constitucional realizada por una Asamblea Nacional Constituyente.

En consecuencia, sobra decir, que las reformas jurídicas en este tema, trasciende lo meramente jurídico y repercute directamente en el modelo de Estado Social de Derecho que queremos para la sociedad costarricense.
Artículo publicado en el diario digital El País.cr el 08/09/2012. (1)

viernes, 17 de agosto de 2012

No subestimen a los jóvenes

Los medios de comunicación en su reiterado esfuerzo por banalizar la realidad, constantemente exponen una imagen de las personas jóvenes como ajenos a los temas relevantes de la sociedad. Según esta falsa imagen, vivimos pensando en Lady Gaga o en hacernos “famosos” en esos programas de “Nace una estrella” y similares. Nos presentan preocupados por lo superfluo, por lograr el éxito fácil, y por andar tomando licor y no se cuanta droga.

No se puede negar que hay jóvenes atrapados por la ideología que reproducen los medios de comunicación. Hace falta poca motivación para que un adolescente o un adulto joven acuda a una fiesta en cualquier lugar de Costa Rica, sin embargo, resulta una empresa complicada que lleguen a un foro de discusión o a una reunión en la que se va discutir sobre una obra literaria o un problema nacional.

La otra cara de la moneda son los jóvenes preocupados por el futuro del país. Muchos estudiamos y nos reunimos para analizar lo que ha sido el desarrollo de nuestro país desde la segunda mitad del siglo XX. Tenemos claro el modelo económico que existió hasta finales de los años ochenta y manejamos datos sobre el bienestar que produjo en los índices de salud y educación.

No desconocemos lo que ha pasado a partir del primer y único gobierno legítimo de Oscar Arias. A pesar que éramos niños por aquellos años, ahora estamos en capacidad de observar y analizar el proceso de desigualdad social que ha producido una ideología política que aboga por una libertad económica que ha creado una gran brecha social.

Hemos procurado identificar a las personas de carne y hueso que están detrás de todo este proceso. Ha sido necesario establecer la existencia de dos generaciones de políticos que son los que nos han llevado a la situación actual.

Una primera generación estuvo en las aulas universitarias en los años sesenta, aquí encontramos a Oscar y Rodrigo Arias, Rolando Laclé, José Miguel Corrales, Luis Paulino Mora, Elizabeth Odio, Rodolfo Méndez Mata, Miguel Ángel Rodríguez, etc; la otra generación es la de los años setenta, los que se decían de izquierda, entre estos encontramos a: Eduardo Doryan, Leonardo Garnier, Flor Isabel Rodríguez, Fernando Herrero, etc.

Los anteriores son algunas de las caras visibles, no obstantes, las peores caras son las que no se ven. Muchas están vinculadas al sector financiero privado, pensemos en bancos como el BTC (Leonel Baruch, Antonio Burgués, Mario Carvajal y Marco Vinicio Tristán) o el INTERFIN (Luis Liberman entre otros); también recordemos a los que están detrás de la salud privada, a saber: Clínica Bíblica (Bernal Aragón) o la Clínica Católica (Arias y otros).

Los medios de comunicación también forman parte de todo ese entramado. La Nación está vinculada con Florida Ice (Cervecería Costa Rica), siendo los Jiménez Borbón unos de los apellidos más destacados entre los accionistas de ambas empresas. Teletica, está manejada por los Picado Cosa que están vinculados con el negocio de las cableras y ahora también con las telecomunicaciones. En fin, mucha gente conoce sólo a las gentes que tienen exposición pública y no se preocupan por identificar a los que verdaderamente manejan los hilos del poder.

La imagen de los jóvenes tampoco corresponde a la del típico delincuente lombrosiano. Al contrario de lo que proyectan los medios de comunicación, existen excelentes estudiantes con el pelo largo, con arete en oreja, pantalón roto y chancletas como calzado; muchos que tienen este perfil, estudian carreras tan diversas como computación, economía, arquitectura o formación docente.

Estudiamos, debatimos y adquirimos conciencia del legado que están dejando las dos generaciones señaladas anteriormente. No podemos esconder que existen otros jóvenes que, con el afán de vincularse de manera rápida en puestos políticos, se pliegan a los dictados de estos políticos, empresarios, banqueros y demás personas que sólo piensan en el beneficio personal y no en el bienestar del mayor número.

No sabemos si los jóvenes que estamos en este proceso podremos construir un proyecto que a la sociedad costarricense le parezca viable. No es fácil lograr un objetivo de este tipo porque requerimos soslayar el monopolio informativo existente y a partir de ello, llegarle a la gente de a pie.

En todo caso, no tenemos nada que perder. Los que han venido detrás, me refiero a las generaciones de los años ochenta y noventa, la verdad, no han hecho nada por cambiar la situación.

Publicado en el Diario El País.cr, el 17 de agosto de 2012. (1)

martes, 31 de julio de 2012

Carta abierta a Ciro Casas

Se supone que debería estar disfrutando de las vacaciones de medio período; sin embargo, usted me las ha mortificado. Considero un deber civil y moral de todo estudiante universitario, no pasar por alto el escrito que le remitió al Vicerrector de Docencia de la Universidad de Costa Rica en su condición de representante de Industrias Infinito.

Con asombro he leído los tres folios que escribió. Lo primero que deseo es expresar mi absoluta repugnancia ante una acción tan baja de intimidación legal; da pena ajena observar como pretende utilizar el derecho constitucional de petición y respuesta para intentar incidir en los aspectos académicos que sólo le competen a la universidad. Son personas como usted, señor Casas, los que han pervertido la función de la jurisdicción constitucional con este tipo de prácticas.

El escrito, la verdad, no asusta a nadie. Lo que sí indigna es la desvergüenza de su representada y que haya gente que sirva de testaferro de este tipo de empresas depredadoras. Se supone que usted debería conocer la normativa jurídica y la jurisprudencia de la propia Sala Constitucional, en relación con las potestades de gobierno de la universidad y muy en especial, en lo atinente a los aspectos académicos.

Usted y su representada deben tener claro que la Universidad de Costa Rica es una institución que tiene muchas personas que la vamos a defender a muerte. Esto que le menciono no lo interprete como una amenaza, se trata de una vivencia o convicción profunda. Muchas personas estamos dispuestas a defender a la UCR a capa y espada.

Hay alguna gente que ha tenido el desparpajo de querer meterle mano a nuestra institución. Señor Casas, no caiga en semejante error, vea que enfrentarse a la principal universidad costarricense significa echarse encima al mismo pueblo que todavía confía en esta institución benemérita de la educación.

Fíjese usted que ya la jurisdicción contenciosa administrativa ha sentenciado el proyecto que pretendía desarrollar su representada. Tenga en cuenta que Industrias Infinito no solo ha perdido sus gestiones judiciales, sino que también ha cosechado un repudio generalizado de la población, que se aumentaría con este detestable intento de inmiscuirse en la actividad académica de la UCR.

Hay mucha gente que habla de conceptos que ni han estudiado y ni conocen, pareciera que es su caso cuando hace mención de la libertad de cátedra. Da la impresión que usted nunca hubiese pasado por los cursos de Derecho Constitucional o de Filosofía del Derecho. ¿No conoce usted la doble dimensión de la libertad, es decir, como libertad positiva (posibilidad de hacer) y negativa (limitación al poder)? Asimismo:,¿No ha estudiado el contenido que la propia jurisdicción constitucional le ha dado a la palabra Cátedra?

En fin, señor Casas, lo exhorto por este medio a recapacitar. No vale la pena la representación de una empresa como Industrias Infinito. Hay puestos que resulta mejor no asumir por más dinero que a uno le paguen, mucho menos si ello significa atentar contra los intereses de su propio país y de sus habitantes.

Ahora bien, independientemente que atienda o no esta recomendación, debe quedarle claro lo siguiente: Vamos a defender a la Universidad de Costa Rica contra usted, su representada y ante cualquier persona o ente que pretenda tocar, con las manos sucias, a esta institución emblemática que tanto bien ha hecho a la mayoría del pueblo costarricense.
Publicado en el Diario digital El País.cr, 31 de julio de 2012. (4)

lunes, 16 de julio de 2012

La constituyente de los Arias

Una de las batallas decisivas que deberemos dar en un futuro cercano consiste, en afrontar la idea de Rodrigo Arias Sánchez de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Se trata de un proyecto que, sin lugar a dudas, busca darle la estocada final al modelo de Estado que con mucho esfuerzo surgió de la constituyente del año 1949.

Como sabemos, el proyecto de constitución que llevaron los socialdemócratas de la época, fue bloqueado por parte de la oligarquía que había gobernado a Costa Rica desde el siglo XIX. A pesar de esa situación y con miles costos, se logró introducir en el texto constitucional, una serie de normas que lograron dar sustento jurídico al Estado de Bienestar que los neoliberales vienen desmantelando desde hace veintiséis años.

Principalmente el diputado constituyente Rodrigo Facio Brenes, junto con otros compañeros de causa, lograron mantener e introducir un capítulo relacionado con los Derechos y Garantías Sociales. Al leer las actas de la Asamblea Constituyente, uno se puede dar cuenta del enorme trabajo de argumentación y convencimiento que significó la aprobación de aquellas normas sustentadas en los principios de solidaridad, equidad y justicia.

Aunque se venía saliendo de un conflicto armado y el bando triunfador tenía la fuerza que brinda la victoria, los grupos conservadores lograron obstaculizar e impedir que el proyecto de Constitución social demócrata se pudiera concretar de manera integral.

La pregunta que surge al conocer estos hechos históricos es: ¿Qué clase de texto constitucional surgiría ahora que existe un claro sesgo ideológico a favor de las tesis que abogan por el desmantelamiento del Estado del Bienestar? Es en la respuesta de esta pregunta, en que se atisba la relevancia y lo que hay detrás de la propuesta de los Arias de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.

No se vale decir que no nos lo dijeron. No podremos alegar que no sabíamos. Ya son muchas las veces que Rodrigo Arias ha dicho, con el cuento de la necesidad de modernizar el Estado, que quiere convocar a una Asamblea Nacional Constituyente; en otras palabras, quieren modificar el texto constitucional y no precisamente para profundizar el capítulo de Derechos y Garantías Sociales.

En el pasado ha habido batallas importantes, sin embargo, la batalla en relación con la modificación integral del texto constituyente sería la más trascendental de todas. Estamos hablando que estaría en juego el modelo de Estado en su totalidad, en un momento en que una buena cantidad de ciudadanos han acuñado la ideología neoliberal y por tanto, serían más propensos a permitir reformas en contra del modelo solidario que todavía existe en la Constitución Política.

Veamos si nos entendemos. Instituciones emblemáticas surgidas de las reformas sociales de los años cuarenta del siglo XX como la Caja Costarricense del Seguro Social y la Universidad de Costa Rica, podrían ser objeto de cambios en la función social que han tenido hasta la fecha. Por ejemplo, el principio de universalidad de la Caja podría cambiarse y pasar a regirse por el principio de rentabilidad; asimismo, el principio de autonomía universitaria que rige en universidades públicas como la UCR, podría ser vaciado en función de los criterios economicistas que imperarían al normar la manera de financiar el presupuesto de las universidades estatales.

Los hechos históricos nos permite refutar con pruebas contundentes aquel dicho que dice: En guerra avisada no muere soldado. A lo largo de los últimos veintiséis años de historia costarricense, hemos visto cómo se han venido aplicando medidas en contra del Estado de Bienestar que tanto esfuerzo costó construir; empero, a pesar de que la veíamos venir, no hemos sido capaces de enfrentar de manera sostenida los embates persistentes de los grupos interesados en desmantelar esas conquistas sociales.

Hemos tenido algunos triunfos momentáneos. La lucha contra el combo del ICE, por ejemplo, lo único que hizo fue detener por unos años la voracidad de aquellos que quieren hacer negocio con esta institución estatal. Las diferentes manifestaciones a favor del presupuesto de las universidades estatales, ha permitido que éstas puedan seguir cumpliendo con su función ser conciencia lúcida de la sociedad, pero no por mucho tiempo.

Pero, señores y señoras, la lucha que hay detrás del planteamiento de los Arias de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente no tiene punto de comparación con las luchas que hemos dado hasta ahora. Si en el pasado no han escatimado recursos y procedimientos de toda índole para lograr sus objetivos, debe quedarnos claro que en relación con este proyecto debemos estar preparados para absolutamente todo.

En resumen y para decirlo a lo tico: ¡Que no nos agarren jeteando!

Artículo publicado en el diario digital El país.cr el día 16 de junio de 2012. (12)
http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/69934

lunes, 26 de marzo de 2012

El costarricense del siglo XXI

Lo que se pretende es hacer un diagnóstico con el objetivo de plantear la necesidad de un costarricense nuevo, es decir, el tico del siglo XXI. Ese que puede coger en sus manos las riendas de su destino y no pretender que la divinidad u otras personas lo hagan por él.

Para producir ese nuevo costarricense es necesario no solo interiorizar en cada uno la idea que somos capaces, es decir, dejar de ver en lo extranjero lo mejor y que nosotros somos incapaces de hacer algo igual o mejor. Se requiere una nueva ideología que vaya aparejada a una idea de sociedad inclusiva, de oportunidades para todos. Todo costarricense que tenga la convicción de ser capaz, debe tener la oportunidad de surgir, de demostrarse a si mismo y a la sociedad, que es posible un modelo para potenciar a sus hijos y demostrar a las otras sociedades que no se tiene nada que envidiar en cuanto a capacidad.

Lo anterior supone un convencimiento personal y colectivo. Aquí el discurso ideológico es clave para convencer a todos los miembros de nuestra sociedad de que somos capaces de hacer las mismas cosas que hacen en otras latitudes. Somos capaces de crear cosas nuevas que no han sido pensadas en otros lugares, somos capaces de establecer un modelo de sociedad para que el mayor número viva de la mejor manera posible.

El convencimiento en cuanto a la capacidad del costarricense tiene que demostrarse en el desarrollo científico y tecnológico, es decir, se debe impulsar el desarrollo de estas dos áreas invirtiendo más dinero público y privado. El convencimiento sobre la capacidad del costarricense debe ser generalizado, debe ser una ideología nacional, todos debemos estar en la misma sintonía.

La capacidad del costarricense debe ser demostrada ante el mundo. Debemos competir en relación con los otros países, en relación con las empresas y desarrollos que se dan en aquellos. La competencia no debe ser a lo interno en que las relaciones deben ser de cooperación para posicionar a las personas o empresas como lideres a nivel mundial.

Las empresas en ese sentido, tienen que tener claro que se trabaja para competir en el contexto mundial. Los dividendos surgen en virtud del desarrollo de la capacidad del tico en competencia con las demás sociedades y por eso, el modelo productivo debe estar basado en una superación permanente de la empresa y los trabajadores. Si a la empresa le va bien, al trabajador también le debe ir bien.

Los miembros de la sociedad debemos estar claros que se debe invertir en el proceso educativo como instrumento fundamental para crear ese costarricense convencido de sus capacidades. Las universidades tienen que ser más inclusivas para que todo aquel que quiera formarse lo haga, pero también tienen que ser más competitivas en el contexto mundial. Es necesario aprovechar nuestras ventajas comparativas y a partir de ahí, construir proyectos de punta; dicho en otros términos, hay que ubicar qué cosas no hay en otros países y que nos dan una ventaja comparativa que se puede explotar de cara a las demás naciones y personas del orbe.

La competencia por demostrar la capacidad del costarricense es hacia fuera, es decir, debemos de dejar de pensar que no podemos. Es necesario dejar de estar pendientes de lo que los otros hacen y provocar que la atención se vuelva hacia nosotros. Debemos dejar la mentalidad de proletarios, de empleados y pasar a generar personas con una mentalidad de emprendedores, individuos que tengan la convicción de sacar adelante cualquier proyecto que se propongan.

Se trata que el costarricense entienda que es capaz de codearse, taco a taco, con cualquier persona a nivel mundial. Hay que suprimir esa mentalidad que plantea una sobre admiración por lo extranjero, esa especie de adulación o veneración por lo que existe y hacen en otras latitudes. Este cambio de mentalidad debe hacerse en todos los estratos de la sociedad, en el empresario, en el futbolista, en los intelectuales, en los medios de comunicación, en toda instancia que fomente una actitud de vasallaje, de inferioridad, de baja autoestima nacional.

Lograr este proceso es complicado. Siempre van existir personas que van abogar por la idea contraria y eso genera un desgaste terrible. Se trata de adquirir conciencia de la propia capacidad en lo individual y en lo colectivo. Entender que a pesar de nuestra realidad, podemos desarrollarnos de manera adecuada, sin complejos, frente a cualquier persona de otra latitud y frente a las otras sociedades a nivel mundial.

Podemos hacer filosofía propia, podemos hacer teoría en los diferentes campos del saber, podemos desarrollar productos concretos que compitan en el concierto de las naciones. Podemos aprender de las cosas buenas que hay en otros lados y replicarlas en Costa Rica, sin embargo, para ello hay que estar convencidos de que eso es posible. El costarricense no debe tener dudas de que es capaz de alcanzar cualquier objetivo que se proponga, debe ser un convencimiento a nivel nacional.

No basta la retórica, no bastan las palabras, no bastan los discursos, se requiere que ese convencimiento se materialice en acciones y productos concretos. La capacidad se demuestra con hechos, con productos concretos, eso es lo que la sociedad toma en cuenta para evaluar a las personas. Si no hay productos concretos, si no se materializa la acción de cada persona es como si la capacidad no existiera.

Publicado en el diario El País.cr el día 26/Marzo/2012. (0)
http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/64518