jueves, 27 de septiembre de 2012

La Convención Colectiva

Como es sabido, los institutos jurídicos consagrados en la Constitución, en los instrumentos internacionales o en las leyes internas de cada país, responden y surgen a partir de la evolución social y los hechos que han ido marcando ese desarrollo.

La Convención Colectiva tiene su origen en el reconocimiento que hizo el Estado y los empresarios de relaciones de trabajo más democráticas. En otras palabras, que los trabajadores participaran en la formulación de reglas que normen la relación patrono-empleado y así procurar la paz laboral tan necesaria para evitar el conflicto social tanto en el sector público como privado.

La Convención Colectiva es un instrumento jurídico que tiene su fundamento en una concepción social de las relaciones económicas. Se reconoce la necesidad de mecanismos para resolver los conflictos sociales surgidos al amparo de la relación laboral y que se dan tanto en el plano público como privado.

El principio democrático que gravita en el origen de este instituto jurídico, es coherente con la concepción democrática que informa a la mayoría de Estados regidos por una Constitución Política. De hecho, las decisiones que se adopten en dicho espacio democrático y que es sustentado por los mismos textos constitucionales, no deberían ser objeto de modificación por parte de entes u órganos externos a la relación entre patrono-trabajador.

En consecuencia, es necesario respetar el espacio democrático que jurídicamente ha sido reconocido por el Estado Social de Derecho. Dicho en otros términos, se debe tomar muy en cuenta la vocación democrática que está detrás de toda Convención Colectiva, ya que cualquier declaratoria de inconstitucionalidad supondría vaciar a este instrumento jurídico de todo su fundamento doctrinario.

No es eliminando este instrumento jurídico como se van a resolver los problemas financieros del gobierno. La convención colectiva es solo un medio y no el fin, sin embargo, en el actual momento político en que vivimos, existen muchos interesados en dar el golpe de gracia a una serie de instrumentos que costaron sangre, sudor y lágrimas para que se reconocieran en los diferentes ordenamientos jurídicos de los Estados.

El bombardeo ideológico ha logrado, incluso, poner a los trabajadores en contra de los mismos trabajadores. No es extraño escuchar a trabajadores del sector privado abogando porque a los del sector público les rebajen los salarios o les eliminen una serie de derechos sociales que han sido conquistados a lo largo de la historia.

Al contrario de lo que se propone, los trabajadores con una sola voz deberían promover y luchar porque los derechos sociales sean de carácter universal. El reconocimiento de muchos de los beneficios sociales que existen en el sector público tendrían que replicarse en el sector privado. El progreso consistiría en mejorar las condiciones de ingreso y por tanto de vida, de los trabajadores de las empresas privadas y no en desmejorar la de aquellos trabajadores que gozan de ciertos beneficios.

Mientras los trabajadores no estén unidos, el excedente que genera el eliminar los beneficios sociales van a ser redirigidos a favor de los sectores financieramente más poderosos. La inequidad que viene creciendo año con año así lo demuestra, es decir, la ideología neoliberal que sostiene la teoría del derrame hacia los sectores más necesitados es una farsa.

La riqueza nunca desciende a la base y tampoco existe interés de que así sea. Los dividendos de la actividad productiva no se distribuyen entre los que realmente producen los bienes y servicios, ni siquiera se reinvierten en el crecimiento de la economía nacional y en generar más empleo. Los excedentes están siendo invertidos en el mercado especulativo de productos financieros y generando más riqueza para un sector muy focalizado de la sociedad costarricense.

Solo a través de instrumentos como la convención colectiva es posible obligar a los empresarios y al gobierno a conceder a los trabajadores condiciones más dignas de vida. Los trabajadores viejos y jóvenes deben tener claro que nadie va regalar absolutamente nada, la mejora de las condiciones laborales y de ingreso requiere de una lucha consciente y permanente.

Nada, absolutamente nada, ocurre en la realidad social por generación espontánea.
Artículo publicado en el Diario El País.cr, el 27/Setiembre/2012. (0)

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