martes, 6 de noviembre de 2012

Analfabetismo jurídico

En Costa Rica y en otros países del mundo, no todos los abogados graduados y colegiados saben de Derecho. Hay personas que tienen la creencia que la persona con un título académico e incorporada al Colegio de Abogados conoce la ciencia jurídica. La realidad, desgraciadamente, evidencia lo contrario y verifica, constantemente, la falsedad de esta creencia.

La realidad jurídica del país muestra que hay, al menos, cuatro tipos de personas relacionadas con la aplicación del ordenamiento jurídico. Un primer grupo es aquel que debido a su relación con una oficina de abogados, por trabajar en entes u órganos relacionados con la aplicación del Derecho, aprenden a realizar una serie de trámites que no requieren de ningún conocimiento jurídico. Notificadores, “Gavilanes” y la Secretaria del Bufete, por ejemplo, entran en este conjunto.

Un segundo grupo son los que podemos denominar los técnicos jurídicos. Son personas que dicen haber estudiado Derecho pero que en realidad lo único que les han enseñado es lo que dicen los Códigos y Leyes, muchas veces sin entender el origen y el sentido de los institutos jurídicos consignados en los textos legales. En esencia, se trata de los denominados tinterillos, es decir, el legítimo rábula. Entre estos encontramos abogados (litigantes, jueces, asesores legales) que nunca leyeron un texto de teoría jurídica y mucho menos de filosofía del derecho.

Un tercer grupo son aquellos que sí han leído textos jurídicos y se supone conocen de la teoría jurídica. No obstante, no es raro encontrarse abogados que ni siquiera se acuerdan de los autores que leyeron y mucho menos saben explicar lo que el autor respectivo planteaba. En el mejor de los casos, los abogados de este grupo se caracterizan por asumir la teoría como un dogma de fe y por nunca cuestionar los postulados teóricos que les fueron enseñados; en otras palabras, se trata del clásico abogado que pretende impresionar a partir de la repetición irreflexiva de fórmulas de autoridad de los diferentes autores.

Por último, encontramos un cuarto grupo, sumamente pequeño, que tiene conocimiento del Derecho y además asume una actitud crítica frente al mismo. Los abogados que están en este nivel son los menos y son aquellos que comprenden que el Derecho no es una aplicación mecánica de la ley (positivismo ideológico) sino que supone un instrumento para la realización de un valor supremo como la Justicia.

En Costa Rica lo que abunda son los abogados del segundo grupo. La falta de cultura jurídica es un problema que tiene su origen, entre otros factores, en la aparición de una serie de Escuelas de Derecho que han hecho negocio con una carrera con costos mínimos y ganancias máximas. En efecto, a diferencia de otras carreras en que se requiere una alta inversión en equipo (Odontología, Microbiología, Ingeniería Eléctrica, etc.), la carrera de Derecho es de las denominadas de tiza y pizarra; es decir, sólo se requiere invertir en un aula con asientos, pizarra y un “profesor” que repita los apuntes que hizo cuando cursó la materia que imparte.

Usted que está leyendo este texto, por favor, pregunte a un abogado reputado: ¿Conoce usted cuál es el planteamiento teórico desarrollado por Hans Kelsen? En el mejor de los casos le va a responder diciendo algo sobre la pirámide kelseniana de jerarquía de las normas, pero no se sorprenda si no le saben explicar más allá de su enunciado. En todo caso, no espere que el abogado de marras haya leído y comprendido la obra fundamental de Kelsen, “Teoría Pura del Derecho”, y menos aún otros textos relacionados con su postura epistemológica en relación con el Derecho.

Ya no se diga de las deficiencias que muestran los abogados en materias específicas del Derecho. No espere que en materia penal se hayan leído un libro básico como “De los delitos y las penas” o que en materia laboral comprendan el sustrato marxista que hay detrás de los diferentes institutos del Derecho del Trabajo. Menos aún que recuerden a los grandes autores que le han dado forma al Derecho Constitucional, a pesar que muchos abogados se autodenominan en la actualidad: constitucionalistas.

“Demasiados abogados” es el nombre de un famoso texto que describe estas y otros problemas que son aplicables a la realidad costarricense. Todos hemos visto en los últimos años como ha crecido el número de abogados en Costa Rica, sin embargo, más abogados no significa más conocimiento del Derecho y mucho menos un mejor funcionamiento del sistema jurídico costarricense.

Para nadie es un secreto que muchos flamantes abogados con licencia para ejercer, se graduaron en una “universidad” en dos años o menos. No es raro encontrar personas que antes trabajaban de notificador o en cualquier otro puesto en un despacho judicial, y a la vuelta de veinticuatro meses, aparecía como juez de la República e impartiendo “justicia”.

En esto último la responsabilidad de los diferentes magistrados de la Corte Suprema de Justicia es total, los que están y los que han estado. Son ellos los que permitieron que se diera esta situación y eso se ha reflejado en la administración de justicia. Basta leer las sentencias de los actuales jueces para darse cuenta que muchos ni siquiera saben escribir y que si no existieran los comandos “cortar” y “pegar” no podrían emitir una sentencia o un auto judicial.

Como estudiante me da mucho coraje tener profesores que pretenden ejercer la docencia con esta misma mentalidad. Ejercen por un interés curricular pero lo menos que tienen es vocación para enseñar. En no pocos casos no entienden ni lo que pretenden explicar y cuando se les pregunta, evaden la respuesta o asumen una actitud de confrontación para que el estudiante no insista en su consulta.

Nos corresponde a los estudiantes exigir una buena enseñanza en los diferentes ámbitos del saber y en la enseñanza del Derecho en particular. La actitud pusilánime de plegarse al mal profesor para pasar sin contratiempos un curso debe ser desechada y tener la valentía de denunciar a los malos docentes. El aprendizaje requiere de maestros, de personas con vocación y no de personas que pretenden engordar su hoja de vida con un estatus que no se merecen.

Los analfabetos jurídicos están por todas partes en Costa Rica. Está en nosotros los estudiantes procurar un cambio en esta tendencia y exigir una enseñanza que el día de mañana nos permita leer y comprender el Derecho de forma integral. En estos tiempos en que la ley del mínimo esfuerzo y la indiferencia es lo que impera, los estudiantes debemos alzarnos para cambiar esto que nos atañe directamente a nosotros.

A la larga, de no hacerlo, nosotros seríamos los principales perjudicados y el país seguirá por el rumbo triste por donde nos están llevando muchos de estos analfabetos jurídicos. En todo caso, estoy seguro que este problema no sólo es en el área jurídica sino que está presente en otras áreas del conocimiento; para muestra un botón: la platina sobre el puente de río Virilla y ahora sobre el puente de la fuente de la Hispanidad.

Artículo publicado en el Diario El País.cr, 06 de Noviembre de 2012. (10)

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