miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡Usted es pobre por su propia negligencia!

La ideología oficial costarricense, por mucho tiempo, pregono que la sociedad costarricense era igualitica. Este mito sirvió para ocultar las diferencias entre los que tenían y los que no. Se decía que desde la época de la colonia había existido una sociedad homogénea en que las diferencias sociales, prácticamente, no existían o habían sido mínimas.

La idea de una sociedad costarricense igualitaria se desarrolló con fuerza en la segunda mitad del siglo XX. Como base en el “Estudio sobre economía costarricense” de Rodrigo Facio, el discurso oficial posicionó esta idea en el imaginario colectivo. Los indicadores económicos de la época parecían legitimar esta idea y las políticas sociales desarrolladas, apoyaban la creencia de que aquello podía ser una realidad.

Durante treinta años la desigualdad en la sociedad costarricense disminuyó. El Estado de Bienestar que se comenzó a desarrollar a partir de 1950, trajo consigo indicadores económicos y sociales que, sobre todo, generó una gran clase media urbana y rural. La mayoría de la población iba a la medicina y educación pública, la política de salarios crecientes permitió una mayor distribución del ingreso y por tanto, una mayor igualdad entre los costarricenses.

La edad dorada del Estado de Bienestar costarricense duró hasta inicios de los años ochenta. Por supuesto que no se trata aquí de echarle la culpa a Daniel Oduber o a Rodrigo Carazo, del cambio operado en la sociedad costarricense. El punto es que aquella coyuntura determinó un cambio en el estilo de desarrollo que había permitido a los costarricenses creer en el mito de una sociedad de igualiticos.

La década de los ochentas es el inicio de una transformación que va traer como resultado la desigualdad creciente que hoy vivimos. A partir de 1986, con el gobierno de Óscar Arias Sánchez, se da un viraje en el modelo de desarrollo privilegiando lo privado sobre lo público. Los planes de ajuste estructural junto con otras medidas económicas, especialmente de carácter tributario, otorgaron incentivos a los que más tienen y cargó de impuestos indirectos a los que menos tienen. Se creó una estructura tributaria regresiva cuyo costo se hizo recaer sobre los hombros de los trabajadores.

La ideología oficial comenzó a desprestigiar lo público en favor de lo privado. La educación pública dejó de ser financiada adecuadamente y a los profesores se les retiró el estatus que siempre tuvieron dentro de la sociedad costarricense. En la salud pública se comenzó un proceso similar, sin embargo, aquí se contó con la complicidad de algunos médicos que promovieron la consulta externa privada a partir de una mala atención en la consulta externa pública.

Este proceso que ya lleva más de veinticinco años, es el que ha dado como resultado la desigualdad creciente que estamos viviendo. El discurso ideológico de la sociedad igual, ante esta realidad pura y dura, ha quedado totalmente desvirtuado y desfasado en el tiempo. Ese discurso mítico que se promovió a partir de la segunda mitad del siglo XX, en la actualidad, sería ridículo promoverlo y defenderlo. La evidencia empírica es tan contundente que no admite refutación.

Ante esta realidad el discurso ideológico oficial ha optado por justificar la desigualdad imputando la condición de pobreza a las personas. La pobreza es una situación de responsabilidad personal, es decir, se es pobre por la negligencia de cada uno de los individuos. La diferencia entre ricos y pobres no radica en que un niño pertenezca a una familia que pertenece al 20% más rico y otro al 20% más pobre; sino que esa diferencia depende del esfuerzo que haga cada niño a lo largo de su vida y la responsabilidad que asuma en relación con su propio destino.

Este discurso ideológico no puede ser más falaz, sin embargo, pareciera que ha sido interiorizado por la mayoría de la población. El que el niño pobre viva en un precario, se nutra mal, esté expuesto a enfermedades, tenga un acceso limitado a la salud pública y vaya a una escuela cuya planta física está deteriorada, no implica ninguna diferencia para esta ideología. Lo importante es que ese niño sea responsable con su devenir y que se esfuerce por ser alguien en la vida, si no lo consigue será, única y exclusivamente, por su negligencia.

Como se observa, el discurso ideológico fue cambiado por otro mito que es la idea de que el costarricense vive en una sociedad de oportunidades. El derecho a una mayor igualdad material fue transmutado por una expectativa de derecho, es decir, por una igualdad potencial. El cuento de la Suiza de Centroamérica ha quedado atrás, no porque Costa Rica haya dejado de ser una tierra bella sino porque los datos empíricos han pulverizado el mito de la igualdad económica entre los ticos.

Ahhh!, pero la ideología sigue cumpliendo su función. No olviden que entre tanta desventura, de cuando en cuando, nos dicen que somos el país más feliz del mundo.
Artículo publicado en el diario El País.cr, 05/Diciembre/2012. (19)

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